Por normal general, la piscina es un lugar donde la gran mayoría de los niños pasa buenos ratos: juegan con sus amigos, se divierten en el agua, hacen ejercicio y disfrutan de sus vacaciones. Pero también existe una parte de los niños que, tras haber tenido una mala experiencia en una piscina, terminan por coger miedo al agua y, por consiguiente, no pasan un buen rato en la piscina. De hecho, el verano y las vacaciones pueden suponer una pesadilla para ellos si se les obliga a estar en contacto con las piscinas.
Cómo superar el miedo a las piscinas
A la hora de ayudar a un niño a superar su miedo al agua o a las piscinas es vital no forzarle a lanzarse al agua, ya que un gesto como este, aunque se realice con la mejor intención del mundo, podría acabar con el niño teniendo un problema mucho más serio. Por ello, antes de obligarle a lanzarse al agua de cabeza es importante hablar con él y dejarle claro que la decisión de lanzarse al agua es suya: tú puedes ayudarle a acercarse a la piscina poco a poco. Es decir, debes proporcionarle seguridad.
El contacto con el agua debe hacerse de forma progresiva, es decir, poco a poco y sin presiones. De nada servirá pretender que el niño bucee desde el primer día: tan solo se incrementará su miedo. En cambio, si el contacto con la piscina y el entorno de la piscina se hace poco a poco, es más probable que el niño termine viendo por sus propios medios que la piscina puede convertirse en un momento de diversión.
Si ves que se siente inseguro aun estando a su lado, es probable que con elementos para la piscina se sienta mejor: puedes proporcionarle un churro, que son los artículos más populares de los veranos ya que no solo mantienen a flote a los niños, sino que también les ayuda a aprender a nadar.