Cuando vamos a la piscina en verano lo que solemos tener en mente es la diversión, disfrutar del agua, del sol y de nuestros familiares y amigos; en definitiva, pasar un día divertido y relajado alrededor del agua. Los bañistas suelen tener en cuenta su seguridad y habitualmente llevan cuidado a la hora de pasar el día en la piscina, pero en las piscinas públicas siempre hay alguien que vela por la seguridad de todos los usuarios, que vigila que toda la diversión se desarrolle correctamente y que está preparado par actuar en caso de emergencia: es el socorrista.
Cómo ser socorrista
Ser socorrista es mucho más que pasar el día en la piscina debajo de la sombrilla: ser socorrista significa tener la responsabilidad de actuar de la mejor forma posible en la menor tiempo posible en caso de que hubiera algún tipo de emergencia dentro del recinto. Por ello, las pruebas a las que se someten los aspirantes a socorrista están muy reglamentadas. Para empezar, cualquier persona que quiera ser socorrista tiene que haber superado con éxito un curso de primeros auxilios: será imprescindible para salvar vidas en caso de que se produzca algún accidente.
Los cursos de socorrista suelen incluir un módulo teórico, donde se incluyen esas lecciones de primeros auxilios y soporte vital básico, legislación, anatomía y fisiologías o emergencias; y un módulo práctico, donde el aspirante deberá demostrar sus aptitudes acuáticas en distintas pruebas que incluyen 300 metros de nado libre en 8 minutos, 50 metros de nado libre con material auxiliar y 50 metros de remolque del compañero, o demostrar que es capaz de rescatar a una víctima del agua realizando diferentes combinaciones de métodos de nado.
Pendientes de las instalaciones
Los socorristas también debe estar atentos a cualquier tipo de imperfección dentro de las instalaciones que pudiera poner en peligro la salud de los bañistas, como por ejemplo fugas de agua, grietas o incluso baldosas levantadas.